Mario pasó la tarde supervisando la cría del ganado en la montaña de la finca de su familia, a las cinco de la tarde regresó al rancho.
Para llegar a este debía abrir un portón que quedaba como a quinientos metros de la vivienda.
Bajó del Toyota que conducía y se dispuso a quitar la cadena del portón cuando de repente Rosalía salió de detrás de un Árbol que había cerca; Mario al percatarse frunció el ceño, no se detuvo y continuó soltando la cadena.
—¿Qué haces aquí Rosalía? —Con un tono de voz frío le preguntó:
—¿A que no te imaginas quién llegó a la casa? Y con su novio.
—No lo sé, y tampoco me interesa. —Abrió el portón y ni siquiera volteó a mirarla.
Rosalía con talante burlon se acercó a él.
—Tu adorada Amelia llegó esta mañana a la casa con un tipo. —Mario iba a subirse al auto pero se detuvo y volteó a mirarla con una dura expresión.
—¿Qué tipo? —Ella sonrió y meneó los hombros.
—Llegó con un tal Flavio, lo presentó como a un compañero de trabajo, él es el chofer de la famil