El médico examinó a Silvia, su estado de salud se había deteriorado aún más, ya tenía espasmos por las horas que no había consumido drogas; además se había arrancado el vendaje de la herida que Ignacio le causó cerca del hombro.
En su caso solo había dos opciones: rehabilitarse o continuar el habitual consumo de estupefacientes.
Después que el doctor habló con Ignacio y le explicó la situación, él fue a verla. Silvia estaba recostada en la cama medio sentada con las almohadas sosteniendo su espalda, su cuerpo temblaba y sus labios se veían pálidos.
Ignacio se paró a su lado y se quedó mirándola, Silvia volteó a verlo también, con la voz temblorosa le dijo:
—¡Lárgate! —De pronto entró Cassandra, sus ojos se quedaron observando fijo a Silvia, hasta que ella levantó la quijada y la miró con odio.
—Larguense los dos. —Cassandra miró a Ignacio y le dijo:
—Debes darle su droga, o terminarás matándola.
Cassandra sacó de su bolso un sobre con una píldora rosada, se acercó a la cómoda y sirv