Capítulo ciento treinta y nueve. Por Venganza

Aida corrió hasta su habitación, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, le latía de prisa, sus manos temblaban y sudaban. Ella tragó saliva, buscó un nuevo hiyab, uno que Anisa le había obsequiado, lo aguardó entre la manga de su túnica, tomó unas cuantas monedas de su cajón y volvió a salir con prisa, rogando a Alá, que nadie se diera cuenta de lo que estaba haciendo…

Entre tanto, Jahir y compañía, entraban por la puerta principal del palacio. Había sido un día difícil con un resultado satisfactorio.

—¡Jahir! —gritó Scarlett en el mismo momento que la puerta de la habitación se abrió y dejaba ver la llegada de los hombres a la sala.

Scarlett corrió para abrazarlo, importándole poco las reglas y todo lo que tenía que ver con costumbres, ella solo quería abrazar a Jahir, sentirlo junto a su cuerpo.

—Todo está bien —susurró el Emir, al sentirla estremecerse por su llanto.

Scarlett escondió el rostro entre el cuello y el hombro de Jahir y dejó que todas sus emociones fluyeran
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