Abby no pudo decir nada, sentía tanto dolor.
Denver habló con Emerson, él les prestó su avión privado, y viajaron al Mediterráneo.
Durante el vuelo, Denver fue como un ángel con la chica, cuidándola y velando su sueño.
Abby a veces lloraba, a veces despertaba en gritos y volvía a dormir, se había negado casi a comer.
Cuando al fin llegaron a ese país, salieron del aeropuerto y fueron en un auto hasta el hospital donde Vania dijo que estaba.
Fueron a preguntar.
—Entonces, ¿vienen a reclamar el cuerpo? Deben reconocerlo primero.
Ambos se miraron con duda.
Ellos fueron trasladados a la morgue.
—¿De qué murió mi madre?
El perito la observó.
—Ella fue asesinada —dijo con toda frialdad.
Los ojos de Abby se abrieron asustados, retrocedió y Denver la sujetó de los hombros antes de que cayera.
—Abby, calma, estoy aquí.
—¡¿Cómo es posible?! ¿Quién le hizo esto?
El hombre señaló a un policía. Él los llevó a una oficina, fue ahí donde le contaron todo.
—Su madre fue asesinada a puñaladas, fueron c