— Feliz navidad – Esther hacia su aparición en la sala de la casa, tan alegre y despreocupada como siempre, había aprovechado el enorme ventanal de la entrada para sorprendernos a todos con su presencia.
Cargaba una mano con un muérdago atado a una alargada rama y en la otra un par de bolsas de regalo.
— Cariño, que alegría que vinieras – mi madre apareció desde la cocina, con una cucharon en la mano – ¿Dónde has dejado a tu hermano?
— Descargando las cosas del auto – se encogió de hombros sonriendo como una niña a lo que mi madre rio para luego abrazarla con cariño - Gracias por la invitación tía, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos aquí
— Pero eso no es por falta de invitación, ustedes no dejan esos trabajos tan estresantes para pasar un tranquilo fin de sem