Renato estalló por completo.
—¡Tu amante atropelló a Isabella! Por el retraso en la atención, el bebé murió en sus brazos.
—La madre de Isabella se desmayó al oír la noticia y, horas después, no pudieron salvarla.
—¡Vincenzo! ¡Era tu hijo, tu propia sangre! ¿Te queda un poco de humanidad?
Vincenzo se quedó helado un instante y, al siguiente, soltó una risa desquiciada.
—Padre, qué buen actor. ¿Qué te lloró Isabella ahora? Para obligarme a volver, ¿esta vez se inventan muertos? ¡Original!
—¿Pusieron una mesa de duelo y encendieron velas para que me sienta culpable? ¿Conmovido? ¿Arrepentido?
Hizo trizas el acuerdo de divorcio.
—¿Quién dice que acepto divorciarme?
—¿Que ella “se atreve” a irse? No me hagas reír. ¿Cómo va a soltar el poder y la fortuna de los Moretti en Nueva York?
De una patada volteó la mesa cubierta de terciopelo negro. El paño, las velas y las fotos cayeron al suelo; las llamas titilaron y se apagaron de golpe.
—¿Y mi hijo? ¿Dónde está? ¿No que está muerto? Si está mue