Coorah.

Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, Sevilla, Andalucía, España, 2024.

Me quité el uniforme, mientras sentía que había sido un maldito día de perros en el hospital, sobre todo después del susto que me llevé esa mañana, y mi estúpida reacción, al llorar como una cría, haciendo sentir a mi esposo, como un maldito desalmado.

La verdad es que tras esa pequeña conversación no había parado, una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar como tuve que doblar turno, cuando se presentaron hasta cuatro trasplantes urgentes, pensé en mi Pablo, el nombre que le puse a el dueño de mi corazón, y sentí que, seguro, él se sentiría orgulloso de mí, pero sobre todo de esos familiares que, tras un accidente de coche, perdieron a dos de sus miembros, y que pese a su enorme dolor, decidieron donar los órganos de sus seres queridos, para salvar otras vidas.

Estos héroes sin nombre, y totalmente anónimos, habían salvado siete vidas, siete familias que siempre les estarían agradeci