Llevamos diez minutos en silencio, interrumpidas solo cuando un camarero nos trae el primer platillo que ni siquiera hemos tocado.
Airi, que parece siempre saber que decir o que contestarme, tan descarada desde que la conocí, por una vez parece tan desconcertada que ha perdido toda palabra. Puede que esté pensando en lo que le dije o puede que esté pensando la manera de desacreditarme. Cualquiera sea el caso, no le tengo miedo.
Esa es mi verdad.
Cruel y amarga.
Fui traicionada y humillada por una gran mentira. Collin me dijo cosas horribles y se negó a creerme. Aún al saber que su madre me detestaba, le creyó. Sigue escociendo su odio, el veneno que desató y las atrocidades que de vez en cuando vienen a mi mente a atormentarme. Que hayamos pasado por todo este caos, ha traído esas palabras más veces de las que lo recuerdo estos días. Incluso con lo que pasó anoche o está mañana, siguen allí. No se irán con el viento, de eso estoy segura. Como también del hecho de que mi inseguridad