Mis piernas se debilitan por lo que estoy viendo en estos momentos, pero afortunadamente no me caigo porque Arnold sorprendentemente es capaz de rodearme con uno de sus brazos y mantenerme pegada a su cuerpo sin que eso cause que deje caer a nuestro hijo.
‘Tal parece que es imposible poder tener una vida tranquila cuando hay tantos bastardos negándose a dejarnos ir.’ Me digo mentalmente.— ¡Ayuda aquí, por favor! — grita Arnold y de inmediato, las empleadas que contraté para mi negocio corren para ayudar a sentarme.— ¡Señora Eva! — gritan todas angustiadas y rápidamente se esfuerzan por ventilar mi rostro.— Todo estará bien, no necesitas angustiarte por todo esto. Te aseguro que encontraré a ese desgraciado. — asegura Arnold mientras mi vista se nubla por las lágrimas acumuladas.No puedo decir que tengo pánico al punto de no poder que