Lo reconozco, este hombre me calienta más que el sol de verano, porque apenas ha anunciado lo que va a hacer y yo ya me siento como un rio que está por enloquecer por toda la humedad que él asegura que va a limpiar.
Algo que parece disfrutar el hombre que lame profundamente en mí como si hubiese dejado las salchichas alemanas en el olvido solo para llenarse con mi humedad. Mi respiración ya está agitada y sé que ya estoy a merced del hombre que está enloqueciéndome.Incluso me acuesto esperando que me atienda como sé que él sabe hacerlo, por eso, ya no me importa si es mi secuestrador, mi verdugo o algo peor. Ahora lo que me importa es que Arnold pueda satisfacerme como corresponde.— No sabes cuanto deseaba estar así, justo así, mi querida. — susurra Arnold con voz afectada y yo tensiono mi cuerpo porque su aliento golpea mis zonas sensibles causando que me sienta a