Arnold Krick, el hombre que parecía el mismísimo demonio asesinando a alguien sin decir ni siquiera quien era y que incluso intentó ahorcarme hasta morir, ahora está llorando como un niño pequeño mientras se gira para abrazarme e incluso se arrodilla.
Lo peor de todo es que yo estoy igual de loca que él porque estoy llorando mientras lo abrazo cuando debería odiar a este hombre que intentó asesinarme hace poco.‘Estamos completamente locos, definitivamente no tengo el síndrome de Estocolmo sino algo mucho peor.’ Me digo mentalmente preocupada.— Casi te asesino, Eva. Lo eres todo para mí y casi te asesino. — dice él y yo tiemblo.— Lo mejor es que nos alejemos un momento para calmarnos. Es mucho para procesar.— No, por favor, no te marches. — dice él aferrándose a mi cuerpo.— Estamos actuando como unos compl