Soy consciente que un jefe de la mafia no debería tener debilidades, pero, hay cosas que no se pueden controlar y Eva es una falla en esa regla. Por eso, la abrazo con fuerzas implorando que mi calor la cure.
— Finalmente puedo recompensarte… estás viva. — digo llorando como un niño pequeño.— No lo estaré por mucho tiempo si me abrazas así de fuerte. — dice Eva y yo no puedo evitar besarla.Su cuerpo sigue frio, incluso, podría decir que se ve tan frágil que en cualquier momento podría morir en mis manos, así que, soy yo quien tiemblo. El hombre que no se doblega ni teme, tiembla porque temo que si me muevo podría dañarla.— Lo siento, Eva. Lo lamento mucho. — digo llorando.— Arnold, no seas niña. Deja de llorar y llévame a un hospital, me estoy desangrando. — digo con dolor.— No sabes cuantas