El entrenamiento de Eleanor dio inicio, de día aprendía a dejar fluir y controlar sus poderes sobrenaturales con Moremi y por las noches, sumergidos en lo profundo del bosque, practicaba sus movimientos con las armas en compañía de Astor, la rutina fue facil de seguir, satisfechos de que la incomodidad entre los dos fuera ahora casi inexistente.
Sin embargo, a plena luz del día era como si ambos volvieran a desconocerse, Eleanor seguía de su lado del palacio y Astor se conformaba con obtener información sobre ella a través de los sirvientes o incluso de Moremi.
Pasado un mes, y viendo el grandioso avance que había tenido junto con él y con la sacerdotiza, se sintió en la necesidad de contarle lo que todo este tiempo había estado ocultando, no podía seguir evadiendo las preguntas que ella le hacía, porque de cierta forma también se estaba haciendo doloroso para él.
—¿Comenzamos? — preguntó la chica, mientras agarraba la espada con una mano y se volteaba a verlo.
Astor se quedó estático