—Aurelio, agreguémonos como amigos, si hay cualquier novedad con Marisela mándame mensaje inmediatamente.
Ya no contaba con que ese maldito Lorenzo le avisara, era mejor contar con Aurelio que era más útil, fácil de tratar y la respetaba.
Aurelio sacó su teléfono, respetuosamente lo sostuvo con ambas manos para escanear el código QR y luego tocó agregar.
—Me voy, recuerda mandarme mensajes —dijo Celeste entrando al elevador, sin olvidar insistir una vez más.
Aurelio se inclinó para despedirse, diciendo:
—Lo tendré muy presente, señorita Bustamante.
—Señor Bustamante, señorita Bustamante, que tengan buen viaje, hasta luego.
Las puertas del elevador se cerraron y los hermanos se fueron a casa.
El conductor manejaba mientras Celeste durante todo el camino siguió analizando quién podría haber atacado a su amiga, porque el registro del interrogatorio policial de Isabella decía que no había sido ella.
—Realmente no se me ocurre una segunda persona, Marisela normalmente no se mete con nadie.