Y cuando se acercó, no solo no había firmado, sino que vio que todo el documento estaba lleno de tinta negra, completamente arruinado, sintió una profunda tristeza en su corazón.
Estaba totalmente perdido, tendría que hacer que el departamento comercial lo imprimiera de nuevo para firmarlo y luego entregarlo. Por suerte esto no era urgente...
—Señor Cárdenas...
Aurelio se preparaba para recordarle que la tinta estaba a punto de gotear en el puño de su camisa blanca, pero la otra persona habló al mismo tiempo:
—Marisela... se enamoró de otra persona...
La voz de Lorenzo era ronca, con un gran dolor, difícil de expresar.
Tenía la cabeza baja, como si todo su ser estuviera envuelto en una atmósfera opresiva y sombría, sumido completamente en la melancolía.
Aurelio miró a su jefe desmoralizado y pensó:
Ya están divorciados, ¿acaso no es lo más normal del mundo que Marisela se enamore de otra persona? Eso no constituye un crimen.
Así pensaba en su interior, pero con la boca aún tenía que co