—Lorenzo y yo nos enamoramos desde la preparatoria, pero su abuelo me despreciaba, me obligó a dejarlo, sino no me dejaría vivir en San Miguel del Monte...
—Sí se casó, pero él no ama para nada a esa mujer, a quien ama es a mí...
Daniel escuchó con calma y dijo:
—Pero tú y él ya son cosa del pasado, no deberían seguir enredados, mucho menos llevar gente para molestar a su esposa.
Isabella levantó la cabeza, con los ojos rojos de llorar, diciendo con pena:
—¿Entonces no te importa cómo me trató Marisela a mí?
Daniel se detuvo, rápidamente dijo:
—Perdón, no te estoy culpando unilateralmente, solo digo que hay muchos buenos hombres, un simple Lorenzo no vale la pena que sufras por él.
—Pero yo lo amo, y él también me ama mucho —dijo Isabella llorando entre dientes.
—Sí llevé gente para enfrentar a Marisela, pero no hice nada, al contrario, ella y su amiga me golpearon.
—La razón por la que la enfrenté fue porque me presionaron hasta el límite, me acorralaron sin salida, hasta un conejo mu