Fue a la cocina a improvisar algo, remojando el arroz sobrante en agua caliente.
Sorprendentemente, sabía bastante bien. ¿Sería porque el arroz lo había cocinado Marisela? Tenía un sabor dulce y delicioso.
Al día siguiente, Marisela se levantó temprano y descubrió que faltaba la mitad del arroz. Frunció el ceño recordando:
¿Acaso tiré parte del arroz anoche cuando deseché la comida?
Sin darle más vueltas, ya no podía hacer arroz frito con huevo, así que preparó huevos fritos con tocino.
Lorenzo se levantó muy temprano, solo para tener algo que comer por la mañana, pero al ver que era un desayuno occidental, frunció el ceño:
—¿Por qué no hay arroz frito con huevo?
—No hay suficiente arroz —respondió Marisela sin expresión.
Lorenzo vaciló un momento, recordando que lo había comido anoche, y no se atrevió a admitirlo por vergüenza.
—¿Podrías freír lo poco que queda para mí? —pidió.
Marisela, resignada, fue a la cocina y con poco aceite y poca sal, añadió dos huevos y cebollino. Él se lo c