Lorenzo se mordió los labios, agarrando fuertemente las sábanas con las manos, pero como no tenía fuerzas, solo las sostenía débilmente.
—Lo sé... —respondió con voz ronca.
—Por eso quiero redimirme, compensar, con toda mi vida...
—Basta —Eduardo lo interrumpió directamente.
—Si realmente quieres redimirte, mejor dale más dinero, propiedades inmuebles. ¿Cuánto vales tú como persona? Fuera del Grupo Cárdenas, ¿crees que aún tendrías valor?
Lorenzo suspiró resignado.
Las palabras del abuelo le dolían en el corazón, pero ciertamente... también eran una especie de realidad.
—Te ayudaré a redactar una nueva división de propiedades, aprovechando el divorcio, justo para pagarle todo a Marisela de una vez —dijo Eduardo otra vez.
Después de decir esto, volteó a mirar al mayordomo, ordenando:
—Ve a hacer un inventario de sus propiedades, también las acciones de la empresa y cosas así. Si no es suficiente, separa algo de lo mío.
—Sí —asintió el mayordomo.
—Una vez que la compensación monetaria es