—Ese tipo, don Eduardo ya le dio autorización para entrar a la empresa, directo a las oficinas centrales.
—Esto es una advertencia para usted, ha llegado lejos con mucho esfuerzo, no vaya a perder lo grande por lo pequeño.
Quién era "ese" no hacía falta decirlo, el hijo ilegítimo de su padre, su "hermano" de nombre.
Antes el abuelo nunca había querido reconocer su identidad, ni siquiera lo dejaba entrar en el árbol genealógico, ¿¿y ahora aceptaba que trabajara en la central de la empresa??
—¡¿El abuelo realmente lo aprobó?! ¿¿Cuándo fue eso?? —preguntó Lorenzo alarmado, cerrando los puños con rabia e incomprensión.
¡¿Con qué derecho el hijo de la amante venía al Grupo Cárdenas?! ¡¡Ni siquiera era un Cárdenas!!
—Anoche —respondió el mayordomo.
—No fue un capricho de don Eduardo, sino que todas las cosas que ha hecho últimamente lo han entristecido.
—¡¿Qué he hecho?! ¡Solo no quería divorciarme! ¿¿Acaso no puedo ni controlar mi propio matrimonio??! —dijo Lorenzo rechinando los dientes.
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