El chófer se interpuso mientras Celeste retrocedía, sin dejar de echar leña al fuego:
—Aunque Marisela te lo dijera personalmente, tampoco lo creerías. ¿Por qué no te llamo la próxima vez que estén en una cita besándose? ¡Podrías verlo con tus propios ojos!
Esta provocación fue demasiado intensa. Lorenzo empujó bruscamente al chófer. Celeste, viendo que el perro rabioso se había descontrolado por completo, retrocedió más rápido. ¡Esto era malo, lo había provocado demasiado! ¡Lorenzo realmente estaba enloqueciendo!
Cuando estaba a punto de darse la vuelta para huir, tropezó con sus tacones altos. Celeste soltó un grito de sorpresa mientras veía a Lorenzo abalanzarse sobre ella con la mano extendida.
En ese momento crítico, dos guardias de seguridad se apresuraron desde atrás, sujetando a Lorenzo por ambos lados.
Al mismo tiempo, una mano grande atrapó el termo que Celeste estaba a punto de dejar caer, y una voz tranquila comentó:
—La sopa que mi novia preparó con tanto esfuerzo para mí