—Además, esta noche entró ilegalmente, engañó a seguridad e incluso me amenazó.
Para entonces la situación ya estaba clara. La policía se llevó al hombre, que seguía insultando a Celeste.
Ella observó cómo se lo llevaban y resopló con desdén. Luego se dirigió a los guardias:
—Recuerden su cara. Si se acerca de nuevo al complejo, llamen a la policía.
Los guardias asintieron. Por suerte la amiga de la residente lo había descubierto a tiempo; si el sospechoso hubiera agredido a la residente, ellos habrían sido legalmente responsables.
El jefe de seguridad se acercó a Celeste para pedirle que no denunciara a la administración por negligencia.
Celeste accedió, sin ponerles problemas, pero hizo una petición: que por el momento no informaran a la residente sobre lo ocurrido esa noche, pues ella misma se lo contaría.
El jefe comprendió y le aseguró que el aviso en el grupo de la administración no mencionaría información personal de la residente.
Celeste quedó satisfecha y regresó, aunque aún s