Andrés se acercó al escritorio y le dirigió una mirada complicada a Lorenzo, luego le dijo:
—Jefe, Celeste no quiere venir. Dijo que, le creas o no, ella no es la traidora.
Hizo una pausa, y finalmente decidió hablar:
—Se nota que ella está muy enfadada y decepcionada. ¿Necesitas consolarla un poco?
En realidad, ellos sabían que Celeste no era la traidora y que Lorenzo lo hizo por alguna razón. Sin embargo, de todas maneras, ellos habían llegado a esa situación.
Lorenzo se detuvo un poco. Frunció el ceño y le respondió con su voz fría:
—Ya lo sé.
¿ Eso es todo? Andrés, como la persona que podía adivinar los pensamientos de Lorenzo, ahora tampoco entendió su significado. Al verlo seguir trabajando con detenimiento, decidió no molestarlo más y retirarse primero.
Lorenzo siguió revisando los documentos. No esperaba que la joven tuviera tanto carácter y no quisiera regresar a su lado. Sin embargo, si él iba a buscarla, solo la malcriaría más. Sería mejor esperar a que ella entrara en razón