Lorenzo estaba furioso, gritando en la videoconferencia...
Celeste se compadeció en silencio de las personas al otro lado de la línea, y tocó suavemente la puerta.
—Adelante —se escuchó la voz gélida del hombre en la habitación.
Celeste abrió la puerta y vio al hombre sentado detrás del escritorio que la miraba con frialdad.
—¿Estás ocupado? —le sonrió amablemente.
Lorenzo la miró de reojo con frialdad y volvió a bajar la cabeza para seguir revisando unos documentos.
La ignoró...
Aparentemente, todavía estaba enojado.
Celeste entró y se le acercó, colocando un tazón de ensalada de frutas en el escritorio.
—Hice una ensalada de frutas, ¿quieres probarla?
No había respuesta.
Lorenzo solo le dirigió una mirada con frialdad, dando a entender claramente que no quería comerla, y que estaba muy ocupado.
Celeste movió los ojos y se le ocurrió una idea. Tomó un trozo de fresa con un pequeño tenedor de plata y se lo acercó a los delgados labios del hombre, mientras decía:
—La hice especialment