Celeste tomó el teléfono móvil que Alfonso le entregó y marcó un número.
—¿Quién habla?
La llamada fue rápidamente contestada y se escuchó la fría voz del hombre. Celeste sostuvo el teléfono con fuerza y le respondió:
—Señor Vargas…
—¡Así que te atreviste a llamarme! ¿Dónde demonios te has metido?
Antes de que pudiera decir algo más, la furiosa voz de Lorenzo la interrumpió:
—Celeste Torres, ¡te atreviste a escaparte cuando estaba dormido! ¿Crees que no me atrevo a hacerte nada? ¡Tienes diez minutos para aparecer frente a mis ojos, de lo contrario...!
Habían pasado casi diez horas desde que Celeste salió del hospital para ver a Rosalina, y su teléfono móvil ha estado apagado y fuera de contacto. Lorenzo pensó que ella había huido a propósito. Sus gritos retumbaban en los oídos de Celeste, y a través del teléfono podía sentir su aura intimidante, su rostro furioso y su mirada llena de furia. Al mismo tiempo, la cara sangrienta de Manuel también le vino en la mente…
Apretó con fuerza el