TRES AÑOS DESPUÉS:
Sus manos estaban por todo su cuerpo recorriendo cada curva de este.
Su boca perfectamente acoplada con la suya siguiendo el ritmo constante de sus labios entrelazados.
No se necesitaban palabras para saber que le pertenecía a ese macho.
—Prométeme que no me dejarás, prométeme que serás mía para siempre —susurró él sobre su boca.
Sus ojos eran la muestra del poder que poseía y ella como su Luna era la única capaz de calmar a su bestia.
—Sabes que siempre lo seré. Te pertenezco únicamente a ti —le respondió con convicción.
Su mano grande recorrió el vientre hinchado de la hembra mientras que se estremecía por su toque.
—Eres lo único que me importa en esta vida y nuestro cachorro. Estaremos vinculados para siempre después de esto. Tu alma y la mía siempre se encontrarán.
—Siempre, estamos destinados a estar juntos.
*
Diana parpadeó volviendo al tiempo presente sintiendo el viento golpeando su rostro enviando su pelo largo en diferentes direcciones trayéndola de vuel