Ambos se sintieron sacudidos por una tormenta de emociones en el instante en que sus labios se encontraron.
Ella no podía recordarlo pero dejaría su huella en su piel desesperado porque su Diana que quedara junto a él.
Sentía como si de un momento a otro alguien fuera capaz de intentar quitársela aprovechándose de su vulnerabilidad, pero él no lo permitiría.
Este encuentro desencadenó la atracción innegable que había entre ellos mientras sus labios se acariciaban de manera elemental perdiéndose en el intenso deseo que sacudió a ambos.
Su lengua la acarició con deleite y supremacía dominando cada uno de los impulsos de Diana quien respondió tímida.
El aroma dulce de Diana llegó a sus fosas nasales deleitándolos como siempre que la olía. Pero ahora había un ligero matiz en su aroma que lo atraía cada vez más.
De repente, las manos de Diana lo empujaron lejos de su boca y él dejó que lo hiciera sintiendo una punzada en su corazón al verla mirándolo aturdida antes de fruncir el ceño.
—¿Có