—Mi amor, tú no causaste nada. No es tu culpa que ese maldito te haya traído aquí.
Dana abrazó a Devanie y experimentó un miedo que la sacudió porque jamás había visto a su niña así.
Sus manos se dirigieron a su rostro alzándolo para verlo surcado de lágrimas.
—Ya estamos aquí, déja de llorar cariño.
Su padre la abrazó por atrás pero Deva sollozó más fuerte y Amarok apretó los puños.
—¿Podemos ir a casa ahora mismo? —susurró y ellos de inmediato asintieron aferrándose a sus brazos.
Amarok respiró profundo siguiendo su paso enseguida justo detrás de ella.
Lo irritaba no ser él quien estuviera a su lado pero al ver su expresión y lo rota que parecía solo quería que sus lágrimas desaparecieran y si sus padres lograban quitárselas entonces lo aceptaría.
Aunque se moría por ser él quien lo hiciera.
*
Kian y Dana se habían quedado en el Bosque oscuro sin atreverse a ir debido al estado de Devanie.
Ella no dejaba de llorar y cuando la instaban a hablar simplemente no lo hacía.
Cada vez sent