—Todo saldrá bien, el Alfa Zek nos está respaldando. No pudo enviar a sus hombres a ayudarnos en la frontera porque se darían cuenta de quienes eran y sabía que éramos suficientes para traerte sana y salva aquí pero contamos con su apoyo total.
—Bien, después de que hable con él podremos hacer una alianza.
Dana vio extrañada el silencio de Zakia y miró a la loba con curiosidad.
—¿Zakia, estás bien?
La loba sonrió burlonamente y asintió con la cabeza.
—Claro que lo estoy, tenía rato que no me divertía tanto. Me gusta causar problemas.
Dana casi correspondió a aquella sonrisa suya pero su cara estaba entumecida. De repente creyó percibir que varios machos de la manada observaban con sorpresa a Zakia pero debía ser imaginaciones suyas.
Dana caminó con la cabeza alta sosteniendo firmemente el cuerpo pequeño de su hija hasta que se detuvo frente a aquel imponente macho sentado en el trono. A su lado había otro macho más joven mirándola fijo y Dana no pudo evitar estremecerse.
—Bienvenida a