Mundo ficciónIniciar sesiónLa tarde llega a su fin y los miembros de la manada comienzan a dispersarse, regresando a sus hogares. Milo se ha dormido hace rato en mis brazos, con la cabeza apoyada pesadamente en mi hombro.
—Déjame llevarlo —dice Antonio en voz baja, extendiendo la mano hacia nuestro hijo.
Traslado a Milo con cuidado, observando cómo Antonio lo acuna con una facilidad casi mágica. Verlos juntos —a mi hijo y a su padre— me llena de emoción.
Nos abrimos paso por los pasillos cada vez más silenciosos hacia la habitación de Antonio. La casa de la manada se siente diferente ahora, menos como un territorio extraño y más como... nuestro hogar.
La suite de Antonio está en el tercer piso: habitaciones ampl







