85. El frío millonario
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Gabriel
Quería ganarme a las niñas y a Zaira poco a poco, pero ella me ponía las cosas difíciles. Al día siguiente de mi pedida de mano se comenzó a rumorar por todas las redes, "El frío millonario se enamoró en Alemania y pidió matrimonio, pero nadie sabe quién es la novia"
Mis padres no han dejado de llamar, pero deliberadamente cuelgo las llamadas sin miramientos. Debo viajar y decirles la noticia de que son abuelos de nuevo.
Le volví a dar el anillo días después cuando la busqué al restaurante después de cerrar y ella lo rechazó.
—¿No te gusta el tamaño? —le pregunté viendo el anillo.
—Es muy lindo —respondió sin verme.
—¿Es el color? —cuestioné de nuevo— podemos ir a la joyería y eliges tú misma.
—No es necesario —empezó de nuevo con eso.
—¿No quieres casarte conmigo? —Traté de evitar que mi voz no sonará dolida, pero la verdad es que la posibilidad de que no quiera casarse conmigo se siente como un puñal retorciéndose en mi pecho.
—Acabo de verte después de cuatro años de ause