V. Apuros matutinos
Bien, ya estamos aquí, pero pasen, no se queden en la puerta- le dijo Matt a la pareja de tímidos que miraban con ojos como platos, la suite del hotel donde se hospedaba.
Hace menos de media hora, Ailsa lo había llamado llorando y él había salido corriendo, preocupado a buscarlos, solo para encontrarlos tirados en la acera, temblando de frío, con una vieja sábana como maleta, con algunas ropas.
A Matt se le partió el corazón verlos así, casi como mendigos, y se preguntó que clase de familia era la de Ailsa que la echaban a la calle, con un niño pequeño, sin ninguna misericordia.
- Pueden utilizar el baño y darse un baño caliente para que no se resfríen- comenzó a decirles, luego de que pasaron finalmente con vergüenza y un poco cohibidos- Si vamos a ser una familia para los demás, creo que es hora de empezar a practicar y quiero decirles, que van pésimos.
Intentó bromear Matthew un poco, para ver si rompía con el momento incómodo.
- Gracias Matthew, no sabes cuanto te agradezco…
- Ail