Por Débora
En la puerta de mi casa, me encuentro con mi hermano, le molesta que lo besuquean y a mí me encanta hacerlo, es mi hermanito, aunque me lleve casi una cabeza.
Yo necesitaba un abrazo, pero mi hermano, en lugar de abrazarme me saluda como saluda a sus amigos, aunque con suavidad, de todos modos agradezco su demostración de cariño.
Porque con Gonzalo me siento deseada, pero no me siento querida, no me siento amada y mucho menos siento que me respeta.
Es peligroso lo que siento por Gonzalo, porque me arrastra a sus brazos y luego me arroja al vacío y cada vez lo hace con más fuerza.
¿Por qué se aprovecha de su condición de hombre de mundo, del galán que se las sabe todas y puede con todas, para hundirme lentamente, para enamorarme locamente y manejarme a su antojo?
¿Por qué me lleva al cielo con sus besos y me hace sentir la más poderosa de las mujeres cuando tenemos ese sexo animal, para después confesarme que ella está en su vida, como ayer, como siempre?
Nunca me había enam