Unidos para siempre

Por Gonzalo

A las dos de la tarde me desperté pegado a ella, con mi erección en su cola, Debi seguía durmiendo y yo, lentamente comencé a acariciarla, hasta que se despertó.

Por fin tengo sus besos, se me hicieron eternos los días en que no la tuve y ahora no puedo alejarme de ella.

-Hola amor.

Me dijo y yo prácticamente estaba agarrando los preservativos.

-Me quiero duchar primero.

Me sirve, esas palabras son una promesa de sexo.

En cuanto abrió la ducha, yo me metí con ella.

-Ya me imaginaba que ibas a meterte conmigo en la ducha.

Lo dice riéndose, la veo contenta, me relajé, espero que no huya nunca más de mí.

Nos enjabonamos mientras que nos acariciamos, cuando la quise penetrar, no lo permitió, porque no tenía preservativos, salimos rápido y en la cama, la tomé como si no existiera un mañana.

Hicimos el amor dos veces, nos levantamos, porque cerca de las cinco de la tarde, nos apremió el hambre.

No tenía mucha comida en casa, sin ella, no pasé por el supermercado, apenas comía, v
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