Auracio
Salimos a mi oficina para hablar sin oídos indiscretos.
- Toma asiento.
- ¿Dónde está?
- Al lado.
- Espero que lo hayas dejado bien golpeado.
- Está en un estado lamentable.
- ¿Cómo pudo engañarnos? ¿A quién pensaba que tenía que enfrentar? ¿A unos idiotas?
- ¿Has encontrado las armas?
- Sí, todo está en el puerto en dos contenedores.
- Vamos a encontrarlo. Debe decirnos quién lo envió, quién está detrás de esta historia.
- ¿Tienes alguna idea?
- No, sabes que en estos últimos tiempos, todo está tranquilo, demasiado tranquilo, como un silencio antes de la tormenta.
Salimos de la casa por la puerta trasera, luego entramos al sótano por una puerta secreta.
Encontramos a dos personas atadas, un hombre y una mujer. Quisieron ponernos en conflicto al general y a mí. Haciéndole creer al general que había recibido la mercancía y que no quería pagarle, y a mí, me hicieron creer que el general había recibido mi dinero y que no quería darme la mercancía. Afortunadamente, mi esposa es un