75. Una desagradable presencia
La etiqueta de la fiesta era coctel, así que cuando Kira llegó al pent-house después de esa relajante sesión de mimos que incluía manicura y pedicura, un vestido con diseño asimétrico la esperaba colgado en la puerta del closet.
Sonrió sin poder evitarlo, recordando que Jack le había dicho que se encargaría de ello, y para colmo, tenía buen gusto. ¡Era un vestido precioso y no dudó en medírselo!
Cuando se miró a sí misma en el reflejo del espejo, con el cabello suelto en ondas de calor y unas sandalias altas color caramelo, le encantó el resultado.
Jack pasó por ella a la hora que le había anticipado en un mensaje de texto. Él tuvo un par de juntas importantes al final de la tarde y por eso decidió que, para ahorrar tiempo, se cambiaría con alguno de los trajes que tenía en la oficina.
Ella sonrió cuando salió del edificio y lo vio allí de pie, recargado contra la carrocería del auto, luciendo increíblemente atractivo en aquel atuendo clásico de camisa negra y saco azul oscuro.
Dios,