El día después de su conversación en la oficina, las cosas no se sintieron exactamente diferentes entre Emma y Sebastián, pero sí había una tensión en el aire que ninguno de los dos sabía cómo manejar. La propuesta implícita de confianza que Emma le había dado parecía haber dejado una huella en Sebastián, aunque no era algo que pudiera admitir tan fácilmente. La brecha entre ellos, esa distancia incómoda, seguía allí, pero la sensación de vulnerabilidad que él había dejado escapar la noche anterior lo había dejado desarmado de alguna manera.
Emma se encontraba atrapada entre su rol de profesional y las emociones que ella misma no había previsto. De alguna manera, las palabras que Sebastián había dicho sobre la confianza y el trabajo en equipo resonaban en su mente, pero al mismo tiempo, el dolor de la revelación de la apuesta seguía allí, como una espina que no podía quitarse. Aunque quería creer en lo que él había dicho, no podía borrar el recuerdo de cuando había descubierto el verd