Bajé las escaleras del apartamento creyendo que me desplomaría en cualquier momento. Las luces del salón estaban apagadas, igual que las del vestíbulo. En puntillas salí por la puerta y bajé a la recepción. El frio caló inminente esa noche, sonreí al conserje detrás del recibidor y él me devolvió el gesto somnoliento, era casi la media noche.
Graciela estaba de pie junto a las puertas, se frotaba el frio con una de sus manos y con la otra sostenía un cigarrillo. Lucia bastante diferente a la ultima vez que la vi, más fría, más delgada y demacrada.
—¿Qué es lo que quieres? —Pregunté una vez que estuve lo suficientemente cerca.
Odiaba que me temblara la voz ante su presencia, odiaba todo lo que concernía a ella.
Una sonrisa cínica fue lo primero que recibí, luego, una mirada que comenzó