Salí del baño, vestida con aquella absurda pijama. Ni siquiera entendía por qué llevábamos puesta esta clase de ropa a esta hora.
Mi vista fue al piso, donde antes estaba el pervertido inconsciente, ensangrentado y con pedazos de vidrios por todos lados. El sitio se encontraba limpio y pulcro, como si no hubiera ocurrido nada.
Frederick estaba sentado en la cama, viendo algunos papeles. Levantó la vista en mi dirección, dejando las hojas a un lado.
—¿Estás lista? —dijo, sin mostrarme ninguna expresión.
Trataba de descubrir lo que pasaba por su mente, pero si mantenía su rostro como una piedra, me costaría cumplir mi objetivo. De todas formas, me preparé mentalmente para lo que sea que vaya a ocurrir a la medianoche, cuando el día culmine.
—¿Para qué?
—Vamos a almorzar al comedor —dije, tomándome de la muñeca y guiándome a la salida.
Fruncí el ceño, ya que no entendía de lo que estaba hablando.
—Frederick, no puedo ir al comedor, tus empleados me verán y podrían tomarme fotografí