Capítulo 43: Rabia intravenosa.
••Narra Charlotte••
Los párpados me pesaban al igual que las extremidades. Sentía mi cuerpo como si hubiera sido rellenado con plomo.
Podía escuchar un goteo constante que no se detenía y me vi en la obligación de abrir los ojos. Me encontré con un suero conectado a un macrogotero y a una intravenosa clavada en la piel de mi mano.
¿Qué carajos me estaban poniendo?
Observé a mi alrededor.
Estaba sola, pero seguía en la habitación, bajo sus dominios.
Intenté reincorporarme, pero fue un gran error, sentí como el dolor me doblaba a la mitad, justo debajo de las costillas. Palpé el vendaje, notando que este era más grande… más grueso. Y lo más importante, no estaba sangrando.
Un recordatorio de que lo sucedido no fue un sueño. Todo fue real; la visita al doctor, el restaurante el secuestro, la lancha y… la cruel verdad.
No había duda de que Frederick me estaba mintiendo. Ya lo hizo una vez, en el pasado.
Una vez más, estaba jugando conmigo.
—¡Alguien! —La voz me salía rasposa, rota.