Una misión

Él no respondió al instante, eso hizo creer a Leslie que estaba molesto con su conducta. Duncan acercó al cuarto del armario y se vistió con un par de pantalones vaqueros y un suéter color vino, junto con mocasines, antes de regresar a la alcoba, dónde le ofreció su mano extendida a Leslie.

─Tome mi mano, mi señora ─susurró, sintiéndose ridículo, pero también feliz cuando vio sus gruesos labios curvarse en una sonrisa. Aunque no entendía qué estaba haciendo, Leslie se sentía feliz al intuir que no estaba molesto con ella por tutearle. No quería mortificarla, así que no le preguntó al respecto─. Le mostraré algo que le gustará.

─Mi señor, yo... ─protestó, pero él la interrumpió encajando sus dedos en los suyos y alzando su pequeño cuerpo con un suave tirón.

─Guarde silencio, señorita.

Leslie sintió que su corazón iba a salir de su pecho al escucharlo llamarla de esa forma, lo cual encontraba aún más embriagador a que le dijera su señora. Ya que ahora tenía la certeza de que Duncan est
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