Edmond se muestra como todo un caballero cuando subimos al auto, por lo que, me marcho ante la mirada curiosa y los susurros de los lobos que antes me despreciaban y ahora no se atreven siquiera a mirarme directamente.
— Lo lamento. — dice Edmond.— ¿De qué te lamentas? — pregunto confundida.— No esperé como te dije que lo haría. Me preocupé que esos desgraciados se atrevieran a cumplir con sus comentario y…— ¿De qué comentarios hablas?— ¿No lo has escuchado? — pregunta él y yo niego.El miedo me invade ante lo que tiene por contarme, porque sé que un hombre como él tiene muchas cosas que hacer, para él venir aquí y como si nada dedicarme tiempo por unos simples comentarios.— Bueno…— Quiero que me lo cuentes, necesito estar preparada para cualquier ataque.— Oh, que