Carolina se marcha y yo respiro profundo, comprendo perfectamente su temor. Después de todo, solo llevo poco tiempo entrenando y ni siquiera con muchos años haciéndolo, podría compararme con el poder y la destreza de Edmond, una que no fue suficiente para él perder la comunicación con la manada.
— ¿Eres consciente de la locura en la que te estás metiendo, Antonella? — me pregunta Carolina regresando después de varios minutos de haberse marchado, causando que yo me sorprenda.
— Lo sé, Carolina, pero no puedo simplemente quedarme de brazos cruzados cuando mi esposo me necesita.
— Quizás sólo ha perdido la señal. Posiblemente no ha pasado algo grave, como todos creen. — dice Carolina intentando levantar mi ánimo, pero, yo solamente sonrío carente de grasa.
— ¿Realmente crees que Edmond podría dejar de hablar conmigo solamente por ese inconveniente?
Carolina se queda en silencio y por eso yo abro la puerta, notando que estaba intentando destruir el pomo de la puerta.
‘Se fue para buscar