Ella apretaba los bordes de la bañera entre sus delgadas manos, descargando su desesperación allí.
Andrei dio un par de embestidas más y ella acabó, sintiendo que un líquido abundante salía de su interior, pero no le prestó mayor atención y se dejó caer hacia atrás, exhausta y relajada, mientras sentía la calidez de Andrei dentro de ella.
Había descubierto la noche pasada que adoraba tener la esencia de Andrei deslizándose desde su interior hasta sus muslos, y no le daba vergüenza admitirlo.
Él la besó en cuanto tuvo su nuca descansando sobre su hombro, volviendo a rodearla con sus brazos y besando suavemente sus labios, mordiéndolos de vez en cuando, incluso cuando aún no recuperaban bien sus respiraciones.
—Estropeamos el agua —comentó Andrei divertido, sonriente sobre los labios de Elisa y dejándole otro beso en su boca, que lo hechizaba.
—Tú empezaste —llevó sus brazos a abrazarse ella misma sobre los de Andrei y sonrió, mirándolo desde su posición y extrañando su boca sobre la