Gregory la miró con ternura y asintió.
Katherine siguió a Gregory en silencio, recorriendo los pasillos de la mansión hasta llegar a la amplia sala principal. La estancia era majestuosa, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del día y decoraciones de estilo clásico que hablaban de la historia y el legado de la familia Marsh. Sin embargo, lo que más destacaba era el gran cuadro que colgaba sobre la chimenea.
Katherine se detuvo en seco al ver la pintura. Era un retrato de dos personas que, aunque desconocidas para ella, le resultaban profundamente familiares. La mujer en el cuadro era casi su reflejo, y el hombre junto a ella tenía una mirada protectora y serena. Era imposible no notar el parecido.
—Son tus padres, Meredith y Collin Ross, —dijo Gregory, su voz suave pero cargada de emoción mientras observaba la reacción de Katherine—. Fueron las personas más importantes de mi vida. Tu madre era mi orgullo, mi luz. Y tu padre... aunque al principio no lo acepté del todo, term