Juntos, ella y Héctor continuaron disfrutando del día, construyendo un pequeño refugio de alegría en medio de todo el caos que los rodeaba.

Sentados en un pequeño restaurante del centro comercial, Katherine y Héctor disfrutaban de una tranquila conversación. El ambiente a su alrededor estaba lleno de murmullos y risas, pero para ellos, el mundo parecía haberse detenido en ese momento compartido. Katherine, siguiendo las indicaciones de su médico, había pedido un jugo verde, pero no pudo resistirse a acompañarlo con una rebanada de pastel. Héctor, por su parte, había optado por un café americano y un pay de menta.

—¿Quién toma café a las tres de la tarde? —bromeó Katherine, con una sonrisa traviesa en su rostro.

Héctor soltó una leve risa y, con un gesto despreocupado, respondió:

—Siempre es bueno sentirse despierto durante el día.

Ambos sonrieron, dejando que la broma aligerara aún más la conversación. Pero Héctor llevaba días con una pregunta rondándole la mente, y sintió que aquel e