Anthony, naturalmente, pensó en estas preocupaciones en un instante. Golpeó repetidamente la mesa con el dedo índice como si golpeara el corazón de Alexander.
No fue hasta que apenas pudo soportar tal silencio que Anthony dijo de repente: —Reserva un billete. Volveremos a Ciudad Imperial esta tarde.
Frente a la mansión Ross, una esbelta figura vestida con una chaqueta se acercó lentamente.
Anthony levantó la cabeza y miró la mansión donde vivió de niño. En sus ojos no había sentimientos de más, sino una profunda indiferencia.
Desde el día en que se hizo adulto y abandonó esta casa, apenas había vuelto a este lugar.
La verja de hierro tallado se separó a ambos lados y una figura en silla de ruedas se acercó poco a poco.
Una suave sonrisa apareció en el rostro de James Ross. Miró a Anthony y le saludó. —Anthony, cuánto tiempo sin verte.
—Dile al abuelo y el resto de la familia que estoy aquí.
Había demasiada información en una sola frase.
James se sorprendió al saber que Anthony sabía q