—Legalmente tal vez, pero no quiero ni necesito su ayuda.
—No seas tan orgullosa, él es el padre de Gabriel y tu bebé —le dijo Marta—. Puede que haya iniciado una relación seria con otra mujer, pero eso a ti no te incumbe.
—No es orgullo, no quiero estar cerca de él.
—Quizá convendría esperar a que nazca el bebé para exigirle responsabilidades.
—De verdad que no quiero su dinero, Marta. Lo que me preocupa es encontrar la manera de mantener a mis hijos y encontrar otro trabajo.
Después de que Marta se fue, su amiga María la llamó para invitarla a tomar un café.
—Se me ocurrió que podíamos comer un postre mientras hablamos —comentó María con una sonrisa.
—Qué buena idea... —dijo Sofía.
María la observó detenidamente y frunció el ceño.
—Tienes muy mala cara, Sofía. ¿Qué te ocurre?
La perspicacia de María incomodó a Sofía, que estuvo un rato comiendo su postre antes de responder.
—No ocurre nada. El calor me agota, eso es todo.
—Sofía quiero comentarte algo—dijo duda