144. Los hermanos Montesinos
Temprano en la mañana, luego de besar a Altagracia en la frente para no despertarla, Gerardo salió a la oficina de Campos Del Valle, y se acercó a Santa María para examinar su hacienda con respecto a sus días ausentes.
Caminando cerca de los graneros con algunos trabajadores que lo están poniendo al tanto de la producción de Santa María Gerardo escucha atentamente. Ha pasado toda la mañana de esa manera, algo ocupado, y no ha tenido tiempo de llamar a Altagracia. A la distancia minutos después puede ver a Fernando bajándose de la camioneta. Le pide unos segundos a los trabajadores, en especial a su capataz, a quien le palmea el hombro antes de hacerle una seña a Fernando para que se acerque.
—¿No has dormido bien? —pregunta Fernando, poniéndose ya a su lado. Empiezan a caminar por la enorme tierra que separa el granero con la casa principal.
Gerardo inclina el rostro en gesto desinteresado.
—Dormiré bien cuando me digan la sentencia del desgraciado —admite Gerardo, poniéndose las manos