115. Siguen cayendo
—Azucena —llama Altagracia más calmada. La encuentra en uno de los tantos porches que tiene Villalmar—. ¿Qué es lo que querías decirme?
Azucena está sola, algo ansiosa. No hay forma en la que niegue que algo tiene entre manos, algo que quiere decir y por alguna razón no puede hacerlo. Deja a Matías en el suelo, tomándolo de la mano para caminar junto a él. Azucena sonríe al ver al bebé, pero vuelve a su hermana.
—¿Se fue? Ignacio…
—Sí —Altagracia suspira—. No estoy de humor para recibirlo. Hay cosas que no pueden esperar hasta mañana. No podemos seguir así.
—Altagracia, hice lo qué me dijiste que hiciera. ¿Recuerdas? De buscar a Maribel —Azucena comienza. La sienta a su lado, y el pequeño Matías se tambalea hacia los brazos de su tía, quien lo acoge con suavidad—. Me dijo algo fatal, me dijo algo que me dejó pensando por días. Sobre…su hermana.
—¿La encontró? —la mirada de Altagracia espabila.
Azucena dura unos instantes mirándola, preocupada. Niega.
—Altagracia, su hermana está muert