En el hotel donde estaban aprendiendo sobre negocios, Nara se había quedado dormida en el sofá largo tras una intensa sesión de estudio con Eric. Su rostro mostraba cansancio, pero a la vez serenidad. No se había dado cuenta de que la tarde ya había pasado.

Eric estaba sentado en la silla frente a ella, observándola en silencio. De vez en cuando esbozaba una pequeña sonrisa, aunque sus ojos reflejaban cierta inquietud. Después de unos minutos, se levantó con lentitud y se acercó.

“Nara…” susurró suavemente.

La joven no reaccionó. Su respiración era lenta y regular, como si estuviera profundamente agotada.

Con sumo cuidado, Eric deslizó sus brazos por debajo del cuerpo de Nara y la levantó. Era ligera. Caminó despacio hacia la cama del hotel que estaba al costado de la habitación. La recostó con suavidad, asegurándose de que su cabeza descansara bien sobre la almohada.

Luego, Eric se sentó al borde de la cama. No dejaba de mirarla.

“¿Por qué tú…?” murmuró, “¿por qué tenías que ser mi h